Colombia. Daniela Carvajal es una colombiana que en el año 2019 creó la empresa Calo Jabones, un emprendimiento que fabrica jabones biodegradables para el aseo a partir de aceite de cocina usado.

Este emprendimiento nació del afán de ayudar al planeta generando pequeños cambios desde lo cotidiano, ya que, al convertir este residuo en jabones, no sólo aportaban en la disminución de la contaminación de las aguas, sino que también estaban creando productos de uso diario y amigables con la piel.

“En 2016, una vez terminado el proyecto y sin tener claro cuál iba a ser mi siguiente paso, comencé a fabricar jabones en casa, recolectando el aceite de mis familiares y amigos y vendiéndolos a conocidos. Noté el impacto positivo que tuvieron los jabones y el proceso en muchas personas, así que decidí seguir por ese camino y con el tiempo el proyecto fue creciendo y evolucionando, integrando a mi pareja, Juan Sebastián” En 2016, una vez terminado el proyecto y sin tener claro cuál iba a ser mi siguiente paso, comencé a fabricar jabones en casa, recolectando el aceite de mis familiares y amigos y vendiéndolos a conocidos. Noté el impacto positivo que tuvieron los jabones y el proceso en muchas personas, así que decidí seguir por ese camino y con el tiempo el proyecto fue creciendo y evolucionando, integrando a mi pareja, Juan Sebastián”, comenta Daniela en su página web.

“En 2019 constituimos la empresa, y desde ese momento todo comenzó a crecer muy rápido; pasamos de fabricar en casa a fabricar en un taller, donde hoy en día continuamos la producción de nuestros jabones; comenzamos a dar charlas y talleres, donde compartimos nuestros conocimientos y preocupaciones sobre el impacto que tiene este residuo en el medioambiente. Cada día encontramos más personas interesadas en hacer parte de nuestra comunidad, ayudándonos a recolectar ACU y a compartir nuestro mensaje y así ayudar entre todos a salvar a nuestro planeta, un jabón a la vez”, explicó Juan Sebastián Sánchez, co-creador de la marca.

El proceso
Este proceso consta de cuatro etapas: recolección, gestión, impacto social y educación. Recolección: cuentan con diferentes puntos de acopio, donde cualquier persona puede acercarse y deshacerse de este residuo responsablemente.

Después de recolectar el aceite, éste es llevado a su planta, donde lo seleccionan, filtran y lo procesan, transformando un residuo extremadamente contaminante en jabones amigables con el ambiente. Por último, comparten su conocimiento mediante talleres y charlas a personas, colegios, empresas y otras organizaciones generando conciencia alrededor de esta problemática.

El Ministerio de Agricultura muestra que en Colombia se consumen aproximadamente 1.600 millones de toneladas de aceite al año y se calcula que el 35% de este residuo es desechado por el desagüe de los hogares colombianos; esto quiere decir que son cerca de 60.000.000.000 de litros de agua los que se ven afectados.